

LITERATURA MEDIEVAL
PAMELA G. F.
LUCÍA S. R.
AITOR F. E.
CANDELA P. LL.
SANTIAGO D. L.
JORGE V. A.
CHRISTIAN B. S.
CUENTOS
Estos cuentos fueron escritos tomando como base la estructura y estilo de El conde Lucanor de D. Juan Manuel
CUENTO I
LO QUE LE SUCEDIÓ A UNA TORTUGA POR ALEJARSE DE LA ORILLA
Otra vez, hablando Alejandro con su amiga Lea decidió exponerle una duda que llevaba varios días rondando su cabeza y a la que no encontraba solución, porque el miedo al fracaso le impedía pensar con claridad. Por ello le dijo:
-Lea, tengo un examen muy importante dentro de dos semanas y no estoy seguro de si debería empezar a estudiar o dejarlo para dentro de unos días. La verdad es que me da un poco de pereza, pero, como sé que eres una buena amiga y que quieres lo mejor para mí, me gustaría conocer tu opinión antes de tomar una decisión.
-Querido Alejandro, para que entiendas mejor los motivos de mi respuesta voy a contarte una historia que mi abuelo me enseñó hace ya unos años- dijo Lea- en ella, una tortuga toma una decisión apresurada y sin apenas pensar, para posteriormente arrepentirse.
Alejandro le pidió que le contara todo y se acomodó en su asiento para poder escuchar a su amiga lo mejor posible.
-La historia es la siguiente- comenzó Lea- Una tortuga se encontraba tranquilamente nadando en el mar, pero, al ver que hacía un día estupendo decidió salir a dar un paseo por la arena para explorar el maravilloso mundo que tenía a su alrededor constantemente y en el que había nacido. Como la marea estaba bajando, pudo llegar rápidamente. Al principio le costaba mucho caminar, pero se fue adaptando y, para su sorpresa, el roce de la arena en sus aletas era una sensación agradable. Sin embargo, ante el nuevo descubrimiento, se olvidó de las palabras que sus padres le habían dicho unos días antes y se alejó demasiado de la orilla. Ella ni si quiera se había dado cuenta, porque caminaba sin mirar atrás y sin preocupaciones. De pronto, el sol se hizo más fuerte y el hambre lo imitó. La tortuga decidió que era hora de volver a casa. Para su sorpresa, al girarse descubrió que se encontraba demasiado lejos del agua para regresar antes de que anocheciese. Estaba indecisa porque sabía que debería regresar sobre sus pasos lo antes posible, pero, como estaba bastante cansada y no quería emprender otro paseo, decidió, a penas sin pensar en las consecuencias futuras, pasar la noche en la arena con la esperanza de regresar a su hogar antes del amanecer y de que sus padres se despertasen.
>>A pesar de ello, cuando los primeros rayos de sol empezaron a aparecer de nuevo al día siguiente, tenía demasiado sueño y continuó durmiendo un poco más. Cuando se despertó completamente, a causa de un fuerte alboroto, se llevó una gran sorpresa. Toda la arena, incluyendo su camino a casa, estaba cubierta de tumbonas, toallas y pies descalzos que se movían sin parar y a un ritmo demasiado rápido para poder esquivarlos. El miedo y el arrepentimiento hicieron acto de presencia y se convirtieron en sus nuevos compañeros de aventura. Finalmente, inundada por el temor de que alguien la cogiese o se sentase encima de ella dio unos pasos lo más rápido posible para llegar a la cueva más cercana. Entró silenciosamente para que nadie descubriese que estaba allí y esperó hasta que la playa comenzó a vaciarse permitiendo a la protagonista de la historia regresar por fin a su casa.
-Y tú, Alejandro, si quieres evitar el riesgo de no estudiar lo suficiente o de no tener tiempo, no seas como la tortuga porque, aunque ella no se esperaba que su salida fuese a acabar tan mal, varios imprevistos le impidieron regresar a su hogar a tiempo. Y, pude que a ti te ocurra lo mismo. Puede que algo inesperado te suceda la semana que viene y que eso haga que no puedas estudiar lo necesario para ese examen tan importante. Además, viendo que no se te apetece mucho empezar con el temario, te recomiendo que comiences a estudiar lo antes posible para que la próxima semana no se te acumule el trabajo y para que cualquier sorpresa, buena o mala, no haga que no estudies nada. Y, guiada por el cariño que te tengo, te pido que no imites a la tortuga y no permitas que la pereza te nuble la mente.
Alejandro vio que Lea tenía razón y se sintió muy convencido tras escuchar sus recomendaciones. Haciéndole caso, comenzó a estudiar y a la semana siguiente, aunque no le surgió ningún imprevisto, tuvo tiempo para descansar, repasar el tema, continuar estudiando y para tranquilizarse. Posteriormente hizo un examen muy bueno y obtuvo una calificación estupenda.
Y, viendo doña Lucía que este cuento era bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo unos versos que condensan la moraleja:
Los males al comienzo debemos arrancar,
porque una vez crecidos, ¿quién los atajará?
CUENTO II
LO QUE OCURRIÓ EN UNA GUERRA POR CULPA DE UNA TRAICIÓN
Hablaba otra vez Alejandro con María, su madre, y le dijo así:
- Madre, estoy muy preocupado. Anoche apenas logre conciliar el sueño. Esta misma mañana quedé con Sergio tras la jornada en el Congreso. Le noté muy receptivo y paciente. Días atrás habíamos elaborado una astuta estrategia para hacernos con el poder en las próximas elecciones. Aunque no estamos en el mismo partido político, coincidimos y compartimos opinión en diversos aspectos, por ello, hemos decidido por nuestros propios intereses y por la desorientación y cansancio de los ciudadanos, unir ambos partidos y apoyarnos, reforzando y centrándonos en los puntos que tenemos en común y tratando de dejar a un lado nuestras diferencias, que en el fondo recaen en simples caprichos. Llevamos varios días llamándonos, ultimando detalles y trazando el plan en secreto. No es que tengamos miedo de sacarlo a la luz, es que quizás aún no sea el momento. El proyecto necesita madurar y crecer un poco antes de ser público en la campaña. El caso es que esta misma mañana nos vimos en la cafetería tomando unas porras y cafés, para entrar en calor, y avanzamos con nuestro boceto. Le noté muy tranquilo. Tenía, como yo, la cara pálida y marcadas bolsas bajo los ojos de haber trabajado hasta tarde. Me sentí cómodo con él, pero al marcharse, se me acercó su compañero de partido como un rayo cruzando la calle y me comentó que debía confesarme algo. Al escucharle decir que Sergio le aseguró que no tenía verdadero interés y que todo esto sólo era mera charlatanería para él, me quedé frío.
No sólo porque este proyecto para mí es como un hijo al que estábamos vistiendo y educando juntos, sino también por la traición inesperada. Después de escuchar sus palabras noté un fuerte dolor en el pecho, el corazón ardiéndome, y quemándome las entrañas. Tanto fue así, que, con un nudo en la garganta, le pedí con un hilo de voz a Pedro que se fuera.
-Tengo miedo madre, no quiero que me falle, no puedo permitir que lo eche todo a perder, pero al mismo tiempo no sé si fiarme de su compañero, siempre le ha tenido una inmensa envidia a Sergio que no ha sabido esconder y le creo capaz de todo para hacerse con el mando. Pedro es un ser narcisista, egoísta y meticuloso, pero tras 20 años compartiendo horas con él en el Congreso, he descubierto que no miente, suele ser sincero, no tiene pelos en la lengua. Todo a su alrededor le importa un comino. Somos tan despreciables para él que creo que sería capaz de dejarnos morir. Ayúdame madre.
-Siéntate hijo, y toma este cuenco de sopa. Te veo agotado y consumido como una vela a punto de acabarse. Sabes que el mundo de la política no es nada fácil, siempre se paga un alto precio. Pero tranquilo porque tu madre conoce una historieta con la que aclararás tus ideas.
El hijo le pidió con ojos llorosos que se la contara sorbiendo ruidosamente la sopa.
-Cariño-dijo la madre – “hace muchos, muchos años se desató una fría guerra en Asia entre dos pueblos vecinos. Nadie conocía el motivo de aquella disputa de más de tres años, pero todos recordamos las noticias que salían constantemente en la televisión sobre el número de fallecidos diarios y la crueldad de esa gente. Me acuerdo de cómo todo el mundo pensaba que aquello no acabaría hasta que hubiesen desaparecido todos y cada uno de los habitantes de ambos pueblos. No había solución posible. Sin embargo, el 23 de enero de 1985, un guerrero del pueblo situado al norte y una ciudadana del pueblo enemigo situado al sur, quedaron en mitad de la noche para pensar en cómo poner fin a la tremenda agonía que provocaba aquella guerra. Todo aquello era estúpido, ambos estaban seguros de que ya nadie conocía la razón de aquel odio. La gente mataba sin recordar por qué lo hacía. Decidieron que hablarían cada uno con su pueblo y firmarían la paz. No sería fácil, pero debían ponerse cuanto antes. De momento aquello sólo lo sabían ellos. Por la noche, cada uno quitaría a su pueblo las armas con las que pudieran matar o herir. Desproveyéndoles de espadas, cuchillos y pistolas. Sellaron el pacto y ambos fueron a descansar, pero ella, Mérida, no durmió mucho aquella noche. Tras la reunión secreta con Julián, se había topado con Eric, un poderoso guerrero del bando opuesto, que había acudido a ella desesperado para alertarla. Al parecer, Julián le había contado lo que tramaban y le había confesado que él no cumpliría su parte y arrasaría el pueblo de Mérida en cuanto estuviese desarmado. Mérida no podía creerlo, le agradeció a Eric su caridad y aquella noche despertó a todo el pueblo y lo convocó en la plaza. Les pidió que cogieran sus mejores armas y confiasen en ella, porque a la madrugada iban a atacar a sus vecinos, sería un golpe certero e inesperado, la idea era sembrar el caos antes de que ellos lo hiciesen. A las seis de la madrugada el pueblo asió sus mejores armas y en silencio avanzó hacia el enemigo.
Julián, que había pasado toda la noche robando y escondiendo armas según lo acordado, se sorprendió con el terrible alboroto que venía de lejos. Nadie le había visto robar, el pueblo dormía a pierna suelta, la gente estaba exhausta y agotada. Estaba seguro de que todos estaban durmiendo pacíficamente. Sin embargo, el ruido era cada vez más cercano, bramidos, gritos…
No pudo contener su curiosidad, salió a la calle aún en pijama y cerró la puerta de su casa en la que había guardado todas las armas de su gente para que nadie hiciese el mal de nuevo. Cuando pisó la calle no daba crédito, cientos y cientos de cadáveres en el suelo, aquello no era posible. A lo lejos, recortada frente a la luna, Mérida erguida sobre su caballo empuñaba una espada. No había cumplido su parte del trato. Se acercó a ella enfermo de ira y la empujó del caballo, Mérida cayó al suelo petrificada, estaba atónita, Julián no la había traicionado, había hecho lo acordado. Se miraron sólo un instante, porque Julián ciego de venganza le asestó un tremendo golpe y la dejó tirada en el suelo. Le robó su caballo y huyó. Al atardecer regresó a su casa después de cabalgar sin sentido toda la mañana. Sabía que había sido un cobarde, pero no tuvo otra opción, si su pueblo conociese que había sido él el responsable de la desaparición de las armas, le habrían degollado en la plaza del pueblo. Al llegar, encontró a Eric preso, y a un reducido grupo de supervivientes de ambos pueblos, entre ellos Mérida, esperándole. No eran muchos. Todo niños y madres que Mérida escondió y mantuvo a salvo hasta que cesó la batalla.
Eric estaba atado de pies y manos, siempre había odiado a Julián y se autoproclamó héroe de la matanza, su maligno plan había consistido en espiarles para truncar la posibilidad de establecer la paz. Mérida descubrió la traición que ambos habían sufrido y lo delató frente a los demás. Fue desterrado. Aquella fría tarde Mérida y Julián firmaron la esperada paz y unieron sus pueblos en uno para siempre.”
Hijo, no te fíes de personas como Pedro, movido siempre por su propio interés o beneficio, nunca hasta hoy has recibido ayuda o una palabra de aliento de su parte. Lo has descrito como un ser egoísta y caprichoso. ¿Por qué crees que te tiene estima y va a echarte una mano ahora? Confía en Sergio, según me has contado se está volcando en el proyecto y nunca te ha falladlo. No seas ciego o iluso, se realista, mantente alerta, pero no siembres de dudas y debilidades la relación que tienes con un hombre tan provechoso. Fíjate en lo que les ocurrió a Mérida y a Julián, ella creyó a Eric, no confió en su compañero y para proteger a los suyos se precipitó erróneamente y cometió un terrible error. No quiero que eches a perder ese prometedor proyecto que ambos estáis haciendo. Confía, pero nunca cierres lo ojos, y si es Pedro el que te dice la verdad, cosa que me resulta muy difícil de creer, Sergio estará siendo realmente estúpido, tirando por la borda la única posibilidad que tenéis de presidir este país.
A Alejandro le gustó mucho este consejo de su sabia madre, lo puso en práctica y le fue muy bien.
Y viendo Candela que el cuento era muy bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo unos versos que dicen así:
Por dichos y por obras de algunos mentirosos,
No rompas tu amistad con hombres provechoso.
CUENTO III
LO QUE LE SUCEDIÓ AL BAMBÚ JAPONÉS QUE NO CRECÍA
Un día hablaba Jorge con su gran amigo Pablo y Jorge le contó que había llegado muy cansado de su entrenamiento de fútbol y las cosas no le iban nada bien, su equipo perdía partidos y no respondía a las expectativas; como él era el portero del equipo, sentía una gran responsabilidad por la mala racha que estaban pasando.
—Querido Jorge —dijo Pablo— déjame contarte la historia del bambú japonés que no crecía.
Jorge le pidió que le contara lo ocurrido.
Érase una vez un bambú japonés que se encontraba junto a más plantas de su especie, todos los demás bambúes eran muy grandes y fuertes, pero él no era capaz de ser como ellos porque no crecía. Seguían pasando los años y el pobre bambú continuaba igual, no era alto ni tampoco fuerte, le ponía ganas y no dejaba de confiar, pero no era suficiente, no sabía qué era lo que tenía que hacer para poder alcanzar a los demás. Hasta que un día, el bambú amaneció cambiado, no se sentía como el día anterior, tenía la sensación de haber crecido, no se lo podía creer, seguían pasando los días y el bambú seguía haciéndose más alto y fuerte, y sin darse cuenta, al cabo de cuatro semanas ya era la planta más alta del lugar, nadie le podía hacer frente. Esto sucedía porque el bambú japonés tarda siete años en crecer, está siete años en la misma posición y de repente en cuatro semanas crece de golpe. Puede parecer una tontería, pero en esos siete largos años de tristeza y desesperación, lo que hace la planta es forjar unas robustas raíces para que sea fuerte cuando crezca y no venga una simple racha de viento y la tire.
Y tú, Jorge, lo único que tienes que hacer es seguir trabajando como hasta ahora, confiar en ti mismo y no desesperar, aunque las cosas no vayan bien, porque cuando llegues a la cima, te acordarás de todo el sufrimiento que has pasado para conseguir alcanzarla y de esa forma serás más fuerte.
Jorge vio que Pablo le había aconsejado bien, obró según sus recomendaciones y le fue muy provechoso hacerlo así.
Y, viendo don Santiago que este cuento era bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo estos versos que condensan toda su moraleja:
“Es muy importante no desesperar,
pues todo lo bueno se hace de rogar”
CUENTO IV
Lo que le sucedió a una persona que se iba a volver millonaria con su amigo de confianza
Hablando el otro día un hijo con su madre, le dijo:
-Mamá, hoy por la mañana un amigo mío empezó a decirme que si al día siguiente podía enseñarle un trabajo, continuó diciéndome, que había sido el mejor trabajo que había visto en mucho tiempo, y que si se lo prestaba, se lo enseñaría a muchísima gente y él se volvería muy famoso.
Después de que el hijo contara a su madre el acuerdo que su amigo le proponía, aunque parecía muy buena idea, su madre intuyó que pretendían engañar a su hijo con bonitas palabras. Por eso le dijo:
—Hijo, debes saber que ese amigo te quiere engañar y así te dice que tu trabajo es el mejor que ha visto, que es mejor de lo que en realidad es. Por eso, para que evites ese engaño que te prepara, me gustaría que supieras lo que sucedió a una persona con su amigo de confianza.
Y el hijo le preguntó lo ocurrido.
—Hijo —dijo la madre—, una persona mayor había decidido jugar a la lotería y cuando se enteró de que le había tocado se llevó una gran alegría. Al día siguiente un amigo suyo se presentó delante de su casa diciéndole…
—Buenos días, he visto que te ha tocado la lotería. He estado pensando toda la noche si ya habrías llevado el décimo para cobrarlo, ya que ayer los del tiempo dijeron que hoy iba a caer una gran nevada, y al final ha sido cierto. Al asomarme por la ventana hoy por la mañana vi que podrías resbalar por la nieve, me preocupé por ti, y pensé llevarte yo el décimo. Además, somos amigos de toda la vida y nos tenemos mucho cariño y un amigo de verdad siempre tiene que confiar en el otro.
El señor le respondió.
—Pues tienes toda la razón, un amigo nunca tiene que desconfiar del otro, pues te conozco desde pequeñitos. Muchas gracias por llevármelo, amigo.
Bien pasada la tarde, su amigo no llegaba. Él, inmensamente preocupado, lo llamó a su teléfono, pero no contestaba. Caída la noche, el buen hombre salió en su busca, sin embargo no lo encontró, así que llamó a la policía… Al día siguiente se pusieron a buscarlo sin descanso. Cuál no fue su sorpresa cuando llamaron a la puerta y era la policía con una muy mala noticia: su amigo del alma lo había engañado. Había cobrado el décimo y se había marchado del país, quedando este pobre hombre sin su dinero.
Y tú, hijo, pues ves que, aquel amigo te quiere convencer de que tu trabajo es mucho mejor de lo que en realidad es, piensa que lo hace para engañarte. Y, por tanto, debes estar prevenido y actuar como hombre de buen juicio.
Al hijo le agradó mucho lo que su madre le dijo y por su buen consejo evitó que lo engañaran.
Y como Don Christian creyó que este cuento era bueno, lo mandó poner en este libro e hizo estos versos, que resumen la moraleja. Estos son los versos:
Quien te encuentra bellezas que no tienes,
siempre busca quitarte algunos bienes.
CUENTO V
Lo que le sucedió a una ardilla que se pasó de confiada
Una vez estaba hablando en el parque apartadamente Santiago con su gran amigo Emilio. Tras varias horas, Emilio le contó algo a Santiago que le preocupaba.
—Verás, mi gran amigo Santi, resulta que tengo un conocido con el que ni de lejos guardo la misma confianza que contigo. Pues resulta que este conocido dice estar pasando por ciertos problemas económicos temporales, por lo que siempre me anda pidiendo que le compre comida o ciertas cosas que además son caprichos. Al principio lo hacía encantado, pero ya llevamos así un tiempo y siento como que se está aprovechando de mí. ¿Qué consejo podrías darme?
—Tu situación, mi gran amigo Emilio, —dijo Santiago— me recuerda mucho a una fábula de dos ardillitas que se ayudaron para conseguir comida.
Emilio se mostró curioso por aquella historia, y le pidió por favor a Santiago que se la contara.
—El invierno se encontraba próximo en el bosque de Ciudad Inazuma, hogar de una ardillita que era un poco débil y perezosa, a la que no le apetecía salir a buscar bellotas para sobrevivir el invierno. Un día, pasaba una ardilla más fuerte por delante de su tronco, y al ver que no tenía ninguna bellota le preguntó qué le había ocurrido. La ardillita débil, avergonzada por su vagancia, le dijo a la otra que se había hecho daño en una patita y, por lo tanto, no había podido subir a las ramas a recoger las bellotas.
La ardilla fuerte, conmovida por su historia, se ofreció a darle parte de sus bellotas para que pudiera subsistir durante el invierno. Pero la ardillita cada vez le pedía más y más, y la ardilla fuerte era incapaz de decir que no.
Así fue que, una vez avanzado el invierno, la ardilla fuerte se quedó sin bellotas, por lo tanto, tragándose su orgullo, fua a casa de la ardillita a pedirle ayuda. Para sorpresa de ella, al llegar a casa de la ardillita, esta le negó la entrada.
Así que la ardillita fuerte y amable acabó muriendo de hambre, mientras que la ardillita vaga que no había trabajado nada, sobrevivió.
—Y tu, Emilio, si tienes la certeza de que ese conocido tuyo es sincero, no se aprovecha de ti y haría lo mismo por ti, puedes confiar en él. En otro caso, corta esa relación de raíz, o acabarás con problemas al igual que la ardilla fuerte.
Emilio vio que Santiago le había aconsejado bien, obró según sus recomendaciones, y le fue muy provechoso hacerlo así.
Y viendo Don Jorge que este cuento era bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo estos versos que condensan toda su moraleja.
Cuanto más alto suba aquel a quien ayudéis,
menos apoyo os dará cuando lo necesitéis